- Humberto Menoni V.
- 5 jul 2024
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Romanos 12:21 "No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal. (RVR1960)
A lo largo de nuestras vidas, la presencia de Dios es constante, pero no estamos exentos de la vigilancia del enemigo que acecha, esperando el momento oportuno para socavar nuestra fe.
Somos seres imperfectos por diseño divino, aprendiendo y evolucionando a través de nuestras fallas y debilidades. Sin embargo, estos mismos errores son aprovechados por la tentación.
Cuando el ego y la vanidad nos dominan, una voz insidiosa intenta sembrar dudas sobre nuestra fe y nuestro amor por Dios. Esta voz alimenta nuestras inseguridades y temores, buscando derribarnos.
Su objetivo es apartarnos del amor que Dios nos enseña, sumergiéndonos en un mundo de rencor y maldad, hasta hacernos olvidar a Dios por completo.
No podemos permitir que este impostor nos humille y controle. No busca nuestro bienestar, sino esclavizarnos con su codicia y deslealtad.
Pero en medio de este conflicto, hay otra voz en nuestros corazones: la voz del amor y la compasión, que guía nuestros pasos hacia la paz. Esta voz no nos juzga ni condena, sino que nos enseña el bien cada día.
Es la voz de Dios, que debe resonar más alto que la voz de la duda y el mal. Cuando escuchamos a Dios, cesan la ansiedad y los pensamientos irracionales que nos llevan a actitudes vergonzosas.
Escuchar las palabras de fe que Dios nos invita a seguir nos llena de optimismo. Nos recuerda que Dios no nos creó para la angustia y el sufrimiento, sino para ser extraordinarios y propagar solidaridad y amor.
